Gambito de dama - Reseña crítica - Walter Tevis
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Gambito de dama - reseña crítica

Gambito de dama Reseña crítica Comienza tu prueba gratuita
Sociedad y política

Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: 

Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.

ISBN: 9788420460284

Editorial: ALFAGUARA

Reseña crítica

Walter Tevis nos presenta la novela que vino a sacudir el mundo del ajedrez al narrar la historia de una niña huérfana que descubre que es un prodigio de este deporte, donde predomina la presencia masculina. Esta novela inspiró la producción de Netflix que lleva el mismo nombre y se ha convertido en la serie más vista de la historia de la plataforma.

Las niñas no juegan al ajedrez

Una mujer desconocida le informó a Beth que su madre había muerto. Al día siguiente, una foto de ella figuraba en el Herald Leader con un epígrafe que decía: “Elizabeth Harmon, de ocho años, ha quedado huérfana después del accidente de ayer que dejó dos muertos y varias personas heridas. Las autoridades aseguraron que se encargaran de su cuidado”.

Beth fue trasladada a su nuevo hogar, Methuen, en Kentucky, donde recibía un calmante dos veces al día. Esto le agradaba porque hacía que algo en su estómago se relajara y aliviara la tensión de estar viviendo en un orfanato.

Un día, mientras esperaba en la fila para recibir sus vitaminas, conoció a Jolene, una muchacha mayor que ella, quien sería su principal, si no única, compañía en Methuen.

La mayoría de las clases le resultaban aburridas y muy sencillas. Beth siempre obtenía las mejores notas de su clase, especialmente en aritmética. Un día, la enviaron a limpiar los borradores al sótano del hogar, donde conoció al Señor Shaibel, el conserje. Shaibel jugaba al ajedrez a solas, y cuando Beth vio ese tablero por primera vez, no pudo dejar de pensar en ello.

Al principio, Shaibel se negó al pedido de Beth de enseñarle a jugar: “Las niñas no juegan al ajedrez”, dijo. Beth, en respuesta a esto, empezó a nombrar cada pieza y a explicar cómo se movían, algo que había aprendido mirándolo jugar un par de veces. Al darse cuenta de que la niña poseía un talento nato, Shaibel no pudo negarse y Beth comenzó a ir cada domingo.

En una de las clases, Shaibel invitó al Señor Ganz, el entrenador del club de ajedrez de una escuela secundaria. Ganz jugó un par de partidas con Beth y quedó tremendamente impresionado con su talento a su corta edad de ocho años.

Pastillas verdes

Un par de días después, citaron a Beth en la oficina de la directora y allí estaba el Señor Ganz. “El señor dice que eres una niña con mucho talento, Elizabeth”, dijo la directora Deardorff. Ganz la invitó a que jugara con todos los miembros del equipo de ajedrez en simultáneo y, a pesar de ser algo inusual para las normas de Methuen, dejaron que participara.

Esta iba a ser la primera vez que salía del hogar desde el accidente que le arrebató a su madre. Beth sentía que necesitaba sus pastillas verdes para poder calmar sus nervios, pero habían dejado de entregarlas hacía unos días por órdenes del Estado. Por suerte, Jolene pudo conseguirle algunas pastillas a modo de favor.

En el encuentro, derrotó a todos los demás jugadores fácilmente al cabo de una hora y media.

Después de ese día, Beth no podía concentrarse y se dio cuenta de que necesitaba más pastillas verdes. Jolene no pudo conseguir más y tuvo que ingeniárselas para obtenerlas. Durante la proyección de la película del día sábado, se escabulló y logró abrir la ventana para llegar al frasco lleno de pastillas verdes.

Habría tomado alrededor de treinta pastillas de golpe, cuando escuchó a la directora gritar su nombre y segundos después, se desvaneció. No tuvo consecuencias graves en su salud, pero gracias a este incidente, le fue prohibido volver a jugar al ajedrez.

Sr. y Sra. Wheatley

Faltaban dos meses para que Beth cumpliera 13 años cuando una llamativa pareja fue a visitar Methuen. La mujer se mostró muy impresionada con sus calificaciones y era mucho más simpática que su esposo, quien apenas hablaba y parecía que deseaba estar en otro lugar. “Soy la Señora Wheatley”, se presentó la mujer.

Algunos meses después de esa extraña visita, informaron a Beth que había sido adoptada. Al llegar a su nueva casa, el Señor Wheatley anunció que tenía que irse de viaje por unos días por cuestiones del trabajo. En su nueva escuela, Beth se destacaba por sus calificaciones y por sus ropas un poco anticuadas, lo que hacía que sus compañeros se rieran de ella. 

Una tarde, Beth fue a comprar cigarrillos para la Señora Wheatley y en la sección de revistas descubrió la Chess Review. No tenía el dinero suficiente para comprarla y decidió robarla. En la revista anunciaban que se llevaría a cabo el “Torneo estatal de Kentucky” en cinco semanas y solo podrían participar miembros de la Federación de Ajedrez de Estados Unidos. 

Unirse a la Federación costaba seis dólares y el costo de inscripción al torneo era de cinco dólares. Beth no tenía ese dinero, pero el primer premio para quien ganara la competencia era de 100 dólares. Se le ocurrió enviar una carta al Sr. Shaibel pidiendo prestado el dinero necesario y ella le enviaría diez dólares si ganaba el torneo. Shaibel aceptó.

Al presentarse en la mesa de inscripciones, recomendaron a Beth anotarse en la sección de principiantes porque no tenía rating, pero ella se negó rotundamente. En cuanto comenzó a jugar, demostró estar en lo cierto. Venció cómodamente a todos sus oponentes e incluso al campeón estatal, Harry Beltik, arrebatándole el título y ganando el primer premio.

Cuando la Sra. Wheatley se enteró de que era posible ganar dinero jugando al ajedrez, la motivó a participar de más torneos. El Sr. Wheatley se había ido para siempre y el dinero no alcanzaba para cubrir todos los gastos del hogar. Beth estuvo de acuerdo, le encantaba jugar al ajedrez y además, ella también necesitaba dinero para comprar su propio tablero y libros.

Los grandes maestros

Beth comenzó a participar cada vez de más competencias y de mayor nivel. Todos hablaban de la muchacha desconocida que derribaba a todos sus contrincantes. A Beth le molestaba un poco que se hiciera tanto hincapié en el hecho de que sea mujer. Ella quería jugar contra todos los grandes maestros sin importar su género.

La Sra. Wheatley, a quien Beth presentaba como su madre, la acompañaba a cada una de las competencias pero raramente presenciaba sus partidos. Alma Wheatley tenía una salud frágil y pasaba mucho tiempo en su habitación tomando alcohol y fumando cigarrillos. Lamentablemente, esos hábitos nocivos iban incorporándose a Beth casi sin que lo notara.

En el Abierto de Estados Unidos, llevado a cabo en Las Vegas, Beth se enfrentó en la final con Benny Watts, el último campeón estadounidense. Fue un partido muy duro pero Benny la sorprendió sobre el final, resultando ganador. Aunque ambos fueron nombrados co-campeones, Beth estaba furiosa por no descifrar a tiempo lo que Benny estaba haciendo.

Beth sabía que su nivel era magnífico pero que debía seguir estudiando si quería ser la mejor. A pesar de su derrota frente a Benny Watts, solo temía a un jugador: Vasily Borgov, el ruso.

Dos semanas después de su graduación, Beth participó en su primer torneo internacional en México. Allí se enfrentó por primera vez a Borgov. Apenas podía levantar la mirada del tablero y frente a ella, Borgov desplegó sus piezas de un modo que Beth sintió que solo podía jugar para averiguar cómo sería el desarrollo, pero que ya conocía el resultado. 

Borgov resultó ganador. Beth simplemente levantó su mano para saludarlo y abandonó la sala. Ella no había jugado mal, pero él era implacable.

Al día siguiente, mientras ella aún procesaba su derrota contra el ruso, descubrió que Alma Wheatley había fallecido en su habitación producto de una hepatitis, acorde a lo que dijo el doctor. Intentó buscar ayuda en el Señor Wheatley pero eso no sucedió. Debió hacerse cargo del entierro de su madre y regresar a Kentucky.

Sola en su hogar, Beth tuvo que lidiar con su adicción al alcohol que había generado intentando reemplazar el efecto que producían en ella los calmantes, mientras se preparaba para el Torneo de los Estados Unidos. “Hay más cosas en la vida que solo ajedrez, Beth”, solía decirle la Sra. Wheatley.

Para su sorpresa, un día recibió un llamado de Beltik, a quien no veía desde el torneo estatal. Se había enterado de su encuentro con Borgov y ofreció entrenarla para el torneo nacional. Beth aceptó y pasó varios días leyendo todos los libros que Beltik le regaló y practicando con él.

Benny Watts era el único contrincante que la separaba de ser la campeona nacional. Se había convertido en un maestro del ajedrez hacía tiempo, con tan solo ocho años, la misma edad en la que Beth recién estaba aprendiendo a jugar. De todos modos, Beth sabía que, de haber tenido las mismas oportunidades que él, también se hubiera destacado siendo tan joven.

El día que les tocó jugar juntos, Beth estaba decidida a no dejarse intimidar por la tranquilidad que siempre mostraba Watts. Había estudiado su juego y sabía que podía vencerlo. Y aunque no fue sencillo, así sucedió. Elizabeth Harmon se había convertido en la nueva campeona de ajedrez de los Estados Unidos a los 18 años.

Los rusos

Como campeona de los Estados Unidos, iba a ser invitada a participar del encuentro de los mejores jugadores del mundo en Rusia. Los rusos eran famosos por ser imbatibles. Ningún estadounidense había podido romper el imperio de Rusia en el ajedrez mundial. Benny Watts creía que Beth podía ser esa persona.

Beth fue a Nueva York a entrenarse con Benny por varias semanas. Watts era tan riguroso que a Beth le resultaba un poco molesto, pero sabía que era lo que necesitaba si quería derrotar a Borgov. Luego de unas semanas, regresó sola a Kentucky antes de partir hacia Rusia.

El gobierno de los Estados Unidos decidió enviar un agente especial para que acompañe a Beth en su viaje al país soviético, por cuestiones de seguridad. Elizabeth encontraba muy molesta la presencia de este hombre, pero aprendió a ignorarlo y a enfocarse en su único objetivo.

Al arribar en Moscú, descubrió que muchas personas la reconocían en la calle como la campeona norteamericana de ajedrez. Beth pensó que eso nunca le hubiera sucedido en Estados Unidos.

Al comenzar las partidas, Beth enfrentó uno a uno a los mejores ajedrecistas del mundo en encuentros eternos y, en todos, resultó ganadora. Incluso ante Luchenko, quien había sido campeón del mundo antes de que Beth naciera. Ella había crecido estudiando sus jugadas y ahora, frente a ella, Luchenko dijo: “Probablemente, acabo de jugar la mejor partida de ajedrez de mi vida”.

Por fin, llegó el momento de jugar contra Borgov. La partida duró dos días y finalmente, después del último movimiento de Beth, Borgov la miró y dijo: “Es tu juego, tómalo”. Borgov resignó su partida y ambos se levantaron a estrechar sus manos mientras una multitud de personas aplaudía acaloradamente.

Luego de todo lo que había sucedido, Beth no quería pensar en todas las cuestiones protocolares que seguían. Cuando se encontraba en la limusina de regreso, pidió al chofer que la dejara bajar en el parque donde había visto a muchos ancianos rusos jugando al ajedrez.

Se acercó a una de las mesas donde había un señor solo y sentándose detrás de las piezas negras le dijo en perfecto ruso: “¿Quieres jugar ajedrez?”.

Notas finales

A pesar de que la novela haya sido escrita en el año 1983, esta historia cobró mayor relevancia a partir de la serie de Netflix lanzada en el año 2020.

El relato de la vida de Beth Harmon ha generado un impacto impresionante inspirando a muchas mujeres a adentrarse en el mundo del ajedrez y en todos aquellos ámbitos que socialmente suelen estar restringidos a hombres.

Consejo de 12min

En “La bailarina de Auschwitz”, de Edith Eger, podrás encontrar un relato en primera persona sobre resiliencia que te ayudará a sobrellevar las dificultades de tu vida. Como en “Gambito de Dama”, una mujer ocupa el rol protagonista.

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¿Quién escribió el libro?

Fue un escritor de novelas y relatos cortos nacido en Estados Unidos. Varios de sus relatos fueron publicados en famosas revistas como The Saturday Evening Post, Cosmopolitan, Galaxy Science Fiction y Playboy. Además, tres de sus novelas fueron adaptadas al... (Lea mas)

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